En nuestra biblioteca han aparecido unos libros voladores.
Volar es moverse por el aire, es levantar los pies del suelo, es no sentir la gravedad. Pero volar también es libertad. Volar es tomar la decisión de soltarnos de las cadenas que nos unen a la prisión del mundo, evadirnos en un nuevo mundo que la literatura nos ofrece. Nuestros libros ya evitan, y tú ¿te atreves a volar?
Mientras os decidís o no a volar, a leer, a ser libres, os invitamos a que vengáis a ver los libros a la biblioteca y a que leáis este texto de Miguel Gane sacado del libro titulado Con tal de verte volar. ¡Disfrutadlo!
Te quiero libre
Solo seré capaz de amarte si llevamos la libertad por bandera, si los dos soplamos el mismo viento. No concibo el amor de otra forma que no se sea viéndote volar entre miles, millones de mujeres, pero siempre escogiendo tus alas, aún siendo consciente de que puedo tener las de otras.
A ti te quiero libre. Quiero que elijas tu propio cielo. Quiero que siempre sientas la libertad de hacer aquello que más te llena, sin tener presentes las consecuencias. Si lo quieres, hazlo. Si sientes la necesidad de otros labios, pruébalos, si sientes el deseo de otra piel, cúmplelo. No quiero encadenarte con mis condiciones, no quiero imponerte mis motivos, no debes sentir que tienes una obligación conmigo. Ha de ser tuya, tuya y solamente tuya, la libertad de escoger siempre mis labios, siempre mi piel. Quiero que lo hagas porque sientas, realmente, que no existe un ahora si no es junto a mí, que no existe un mañana en el cual yo no aparezca haciéndote reír. Es tan sencillo como esto. No quiero amarnos de otra forma. No quiero un amor que se convierta en dependencia emocional, donde los celos, las explicaciones y el control no causan más que daño, y ese daño es tan irreparable como romper los pétalos a cualquier flor. Yo te quiero entera, pequeñita.
El amor siempre ha sido libre. Han sido ellos los que lo han encarcelado y le han impuesto sus obligaciones, le han dicho que si estás conmigo, no quiero que mires a otro, no quiero que hables con otro, no quiero que te tomes una copa con otro. Yo no quiero estas cadenas. Tú tienes la libertad de sentir, de necesitar y desear, y hay que ser muy ruin para juzgar a una persona que ha hecho eso: lo que le ha dado la puta gana. Y mira, si llega el día en cual sientas que ya no quieres compartirlos todos conmigo, tan solo te pediré que me lo digas, yo lo aceptaré sin reproches, sin porqués. Así es la vida, esto son cosas que pasan, y sino será contigo, será con otra persona, o tal vez sea solo, pero lo que no podré cargar a mi espalda es el hecho de que has perdido tu tiempo conmigo por obligación, por temor a llegar a hacerme daño si echas a volar hacia otro árbol y abandonas el mío. No.
Estará en tus manos, y solo en tus manos, el querer agarrar las mías. Yo solamente puedo prometerte una cosa: las cuidaré. Cuidaré todo lo que me entregas y lo protegeré como si fuera lo único que tengo en el mundo. Puedes estar segura de ello.
Confía y salta, te espero abajo. Con los brazos abiertos.
Con tal de verte volar, Miguel Gane
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