martes, 26 de mayo de 2015

Platos literarios de la cocina de 2º ESO

Disfruta leyendo las últimas creaciones de tus compañeros en "La cocina del microrrelato".

Mario, Amaya, María Galindo, María Gómez, Claudia, Sergio y Adrián.

AMAYA ÁLVAREZ.
Rosa salió de la entrada del conservatorio, se dirigió al coche y lo arrancó. Acababa de orquestar su primera pieza musical. Absorta en sus pensamientos, chocó con un camión. Ella permaneció impertérrita, pero perdió el conocimiento. Se despertó en el hospital. No recordaba nada. Al parecer el traumatismo en la cabeza le había provocado amnesia.

CLAUDIA CAMEÁN.
Miguel sospechaba que se estaba orquestando algo en su clase. Por más que preguntaba a sus alumnos, le respondían impertérritos que ellos no sabían nada. Parecía que todos sufrieran de amnesia. Así que se llevó una gran sorpresa al ver la fiesta de despedida que le habían preparado.

ADRIÁN COBO.
En el periódico de ayer, ha salido una noticia muy impactante. En un pueblo de Cantabria, un ladrón orquestó un robo al banco principal. La mañana que decidió perpetrar su fechoría, los dos cajeros estaban preparados para abrir la sucursal pero fueron sorprendidos por el malhechor con una pistola en mano.Uuno de los empleados se mantuvo impertérrito ante lo que estaba sucediendo,  mientras que el otro, aterrorizado, corrió hacia la alarma. El ladrón lo amenazó con un disparo y el cajero cayó al suelo desmayado. Todavía hoy no se acuerda de nada, sufre amnesia.

SERGIO FLÓREZ.
Estábamos en la mitad del partido, un jugador del equipo contrario marcó un triple. De repente, un abuelo de entre tantos en las gradas, empezó a orquestar la melodía de una canción de FrozenRicardo, un pivot de nuestro equipo, se quedó impertérrito ante lo que ocurría, mientras todos alucinábamos. Él, en cambio, siguió corriendo sin mirar, se chocó contra la canasta y fue tal el golpe que aún sigue sufriendo los efectos de la amnesia.

MARÍA GALINDO. 
Mi hermano padecía amnesia. Siempre permanecía distante, orquestando en su mente piezas de música dignas de una banda que al rato olvidaba. Era muy impertérrito, ni siquiera yo con mis gritos lo asustaba.


MARIO GARCÍA-OLIVA.
Nada más salir, decidí poner en marcha el plan que había orquestado anteriormente. Aceleré con el coche hasta notar un fuerte impacto contra el suyo. La mujer que acababa de golpear siempre había sido muy impetérrita, ya que nunca la habían intimidado mis amenazas, aunque esta vez se habian hecho realidad. Sin embargo,  nunca lo pudo contar porque entró en un estado amnésico del que nunca salió.

MARÍA GÓMEZ.
Luisa era una persona muy impertérrita. Sus amigos siempre orquestaban grandes sustos, que nunca surtían efecto. Hasta que un día ella tuvo un accidente de coche que  le provocó amnesia, y ahora es muy miedosa.


miércoles, 20 de mayo de 2015

MICRORRELATO ALICIA DEL VAL CAMACHO 1º ESO A


                                                            "LÁPIDA"


" Llevaba lentes luminosas, lucía lágrimas lejanas, lanzaba lamentaciones y llantos. Ladeándose lentamente, el látigo lanzó latidos, lección latente. Lentamente llegó la libertad, la lápida tallada llevaba las iniciales L.A., Lucía Amargura.
Lírica y literalmente Lucía lucía linaje lícito (parecía). Liberó llantos. Leal, legendario...Limosna caída, laúd,, ligeramente silencios."



lunes, 18 de mayo de 2015

MICRORRELATOS DE NOELIA BLASCO SABA (1º ESO A)


                                     Con la letra A..............."MI AMADO ABUELO"
"Aquel amanecer  había causado una alteración en mi ánimo de lo más anormal. Yo, ya acostumbraba a bajar a cada alba a analizar cada una de las salidas de sol, y así sentir cómo la soledad me abarcaba sin acompañamiento.  Así fue aquella mañana, más al contrario de lo habitual, algo o alguien estaba avistando aquel acontecimiento a mi lado y, cuando el sol se alzó por completo, pude apreciar cómo aquel fantasma me abrazaba, y advertí el aroma de mi amado y difunto abuelo Aniceto."

domingo, 17 de mayo de 2015

Alumnas de 4º ESO ponen voz a "Platero y yo"



Alumnas de 4º ESO, coordinadas por su profesora Blanco Sancho, y con la colaboración de Elena Roche, han puesto voz a fragmentos de "Platero y yo", uno de los relatos más leídos de la historia y el libro  más traducido después de la Biblia y El Quijote.

Desde la biblioteca recomendamos la lectura de esta obra de Juan Ramón Jiménez, en la que el autor narra sus peripecias con el burro Platero por la localidad de Moguer. Una narración lírica, llena de símbolos y sugerencias que te emocionará.



Capítulo I: "Platero"

Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual[1] dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas, mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña ... pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre él los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

--Tiene acero ...


--Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Capítulo X: "La carretilla"


En el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos encontramos, atascada, una vieja carretilla, toda perdida bajo su carga de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una  rueda, queriendo ayudar al borriquillo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero.

Y el borriquillo se destrozaba contra el viento, intentando, inútilmente, arrancar del fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.

Acaricié a Platero y, como pude, lo enganché a la carretilla, delante del borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del atolladero, y les subió la cuesta.

¡Qué sonreír el de la chiquilla! Fue como si el sol de la tarde, que se rompía, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas.


Con su llorosa alegría me ofreció dos escogidas naranjas, finas, pesadas, redondas. Las tomé, agradecido, y le di una al borriquillo débil, como dulce consuelo; otra a Platero, como premio áureo.

Capítulo XXX: "La muerte"

Encontré a Platero echado en su cama de paja, blandos los ojos y tristes. Fui a él, lo acaricié, hablándole, y quise que se levantara...

El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada.... No podía.... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con ternura, y mandé venir a su médico. El viejo Darbón, así que lo hubo visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el pecho la cabeza ongestionada, igual que un péndulo.

--Nada bueno, ¿eh?

No sé qué contestó... Que el infeliz se iba... Nada... Que un dolor... Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la hierba...

A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apolillada de las muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta tristeza...


Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...

viernes, 15 de mayo de 2015

Lectores y fotógrafos

Son creativos, jóvenes, con talento, buenos lectores y alumnos de Las Llamas. Os presentamos los trabajos con los que algunos de vuestros compañeros participaron en el concurso de fotografía literaria. Cinco imágenes que retratan palabras, cinco instantáneas que plasman un momento lector, cinco interpretaciones de las historias de distintos libros. ¡Enhorabuena a todos! 

1. Daniela Melnic, (4º ESO).

2. Beatriz Fernández, (3ºESO)
3. Alejandro Castillo (3ºESO)

4. Nicolás Lizcano. (4ºESO)

5. Jon Pinedo (2º ESO)



Nuevos platos destacados de la cocina más narrativa (Nivel: 2º ESO)

A nuestros alumnos les está gustado lo de cocinar historias con los ingredientes que proponemos cada semana. En esta entrada os dejamos los platos más destacados que han elaborado alumnos de 2º ESO.


Amaya Álvarez. 
Ayer, mientras me dirigía a la parada del autobús, pasé al lado de la marquesina de un bar. Vi a dos hombres fanfarroneando sobre su equipo de fútbol. Estaban casi llegando a las manos. Me pareció incongruente cómo discutían por defender sus colores.

Aquella mañana me paré en la marquesina esperando al autobús, tardó diez largos minutos. Cuando llegó me subí y a mi lado vi  una señora fanfarroneando sobre sus zapatos nuevos con su compañera. También me di cuenta de una cosa bastante incongruente, ¡ había un gato en el autobús! 

En la marquesina de mi calle un hombre hablaba alto por el móvil. Le oí fanfarronear de lo bien que le iba la vida. Pensé que era incongruente con su aspecto de persona descuidada y sucia. 

Mi madre había tenido un mal día en el trabajo y llegó a casa un poco fanfarrona, al parecer había perdido su marquesina favorita. Yo no podía entender cómo tan simple objeto tuviese tanta influencia sobre mi ella. Era bastante incongruente.

Pepe había comprado una nueva marquesina  para su tienda de golosinas. Él fanfarroneaba de lo bonito que era su toldo rojo y blanco. La gente creía que eso era incongruente, ya que era igual que los demás de la calle. Nadie entraba en esa tienda a comprar.

miércoles, 13 de mayo de 2015

                          MICRORRELATO de  DIANA RAMÍREZ   de 1º Eso A
                       
                                         
                                                "EL GANSO DICHOSO"



"Un sábado de septiembre en Sevilla (donde el sol es una maravilla), Basilisa salió de paseo con su ganso Segismundo a pasear por la ensenada. Enseguida llegaron a un soberbio estanque, el ganso estiró su cuello y se asomó dichoso para ver en las aguas su hermosa silueta de cisne. Sin embargo...al mirarse sólo vio un escuálido ansar oscuro y soso, así que salió despavorido, escapando de su propia sombra. "





                     MICRORRELATO de ALEJANDRO DÍAZ BUENO de 1º Eso A
                                  
                  "EL MIRUELLO; LA MARMOTA Y EL MIRLO MALHUMORADO"

"Me mece el miruello mientras me tumbo en mi hamaca a mirar las maravillas del firmamento. Mi amigo Mauricio, el madrileño, que ama los madroños, me adormece con sus comentarios sobre Astronomía.. Mientras tanto, en un monte cercano, una marmota amaña el alumnbramiento de un mirlo muy amodorrado , manteando a su compadre sobre una manta amarilla y marrón. El manteado mirlo se marcha en una moto marca Meandro, muy meditabundo y malhumorado, con cara de mala "milk".


martes, 12 de mayo de 2015

Los alumnos de Las Llamas siguen contando historias en los fogones de "La cocina del microrrelato"

La biblioteca os presenta las historias más destacadas de la tercera semana de "La cocina del microrrelato". 


María Diego (3ºA)
El borracho  fanfarroneaba sobre su futuro con incongruentes palabras debajo de la marquesina del autobús. 

Paula Gandarillas (3ºA)
Ya está el fanfarrón de turno en la marquesina escupiendo palabras incongruentemente… Mejor voy en tren.

Mi primo tiene un discurso incongruente, se ha quedado en paro y fanfarronea con comprarse un ferrari y estrellarlo contra la marquesina.

Hay mucha gente que, incluso en la marquesina del autobús, fanfarronea incongruentemente con cualquier persona sobre su maravillosa vida. 

Pasada la tarde ya era hora de volver. Nos dirigimos a la parada y esperamos bajo la marquesina hasta que viniera el tranvía. La mujer que esperaba junto a nosotros comenzó a fanfarronear. Sus incongruentes palabras eran algo molestas, por lo que decidimos continuar caminando hasta la siguiente estación.

Me asomé a la ventana para observar el incongruente alboroto que había causado mi vecina, la del séptimo, al lado de la marquesina. Un coche acababa de atropellar a su querido y desobediente caniche, y el conductor del vehículo fanfarroneaba ante la pobre mujer.

Tras tanta caminata, nos detuvimos a descansar debajo de una marquesina. Mi primo, como de costumbre, comenzó a fanfarronear y a soltar incongruencias y, cuando ya no lo aguantaba más, le mandé a paseo y le dejé tirado.

Isabel Foronda (3ºB)
Iba caminando, había sido muy incongruente por mi parte no haberme refugiado bajo la marquesinacuando había caído aquella tormenta. Ahora iba a llegar mojada a esa fiesta que, con seguridad, iba a estar llena de gente que lo único que sabe hacer es fanfarronear.

Patricia Manteca (3ºB)
Mis incongruentes pemsamientos hicieron que me distrajera, justo cuando iba a entrar al instituto. Choqué contra la marquesina, y rápidamente comencé a fanfarronear.

Celia Bustillo Franch (3ºB)
El fanfarrón se tiró de la marquesina en un acto incongruente. 

Celia estaba esperando a Marcos en la marquesina cuando este llegó fanfarroneando de sus notas, ya que según él había sacado un siete en matemáticas. Ella leyó las observaciones de la profesora de matemáticas, que no eran buenas,  y le dijo que era incongruente, y es que ambos habían leído mal y el siete resultaba ser un uno.

Carla Delgado (3ºC)

Y aquel peculiar hombre vestido de superhéroe, no paraba de fanfarronear y de decir cosas incongruentes en la marquesina del bus 66. De repente, dos hombres se lo llevaron tras haberle puesto una extraña camisa blanca. 

Juan Ventosa (3ºB)
Mi abuela llevaba fanfarroneando toda la mañana de su marquesina de cristal. Pero no fue justo hasta que me acerqué a ella, cuando me di cuenta de la gran incongruencia que se producía, ya que aquel alfiler era de madera.

Beatriz Oria (3ºC)
Me encontraba resguardado de la lluvia en aquella marquesina. A mi lado, había una pareja discutiendo. Él gritaba. Ella lloraba. Él no paraba de fanfarronear cosas incongruentes, que si era mejor que ella, que si no le merecía, que si era una basura de persona… Entonces, ella dejó de llorar y bajo la atenta mirada de todas las personas que nos hallábamos allí, cogió su móvil y llamó al 016.

Tatiana Ilami (3ºC)
Él fanfarroneaba sobre cómo se subió a aquella marquesina en el momento más incongruente ya que, mirándole con mucha rabia, estaba el constructor presente.

Doina Burdila (3ºC)
Tras acabar el partido de fútbol, comenzó a llover. Héctor y yo nos refugiamos en una marquesina. Como siempre, él empezó a fanfarronear sobre su jugada intentando impresionarme,  pero su relato era tan incongruente que lo único que consiguió fue hacerme reír.

Natalia Martínez (3ºC)
El otro día tuve un sueño incongruente. Un unicornio morado aterrizó en la marquesina de la parada de enfrente. Cuando me vio se acercó y, aunque parezca extraño, hablamos durante largo rato. Me di cuenta de que era bastante fanfarrón, pero aun así me caía bien. Después, me llevó volando al país de los sueños que estaba lleno de unicornios, pingüinos y fuentes de chocolate.

Al despertar pensé en dos cosas. Uno, que era de los sueños más raros que he tenido. Dos, estoy demasiado obsesionada con esos animales y ese dulce.

En la reunión Luis fanfarroneaba de lo fácil que resultó colocar la marquesina la parada del autobús, aunque visualmente fuera incongruente con el paisaje.

Corrí a refugiarme de la perseverante lluvia en la marquesina, donde cada día esperaba a aquel autobús que me llevaba al trabajo, atestado de aún somnolientos ciudadanos. Una vez dentro, vi a un chico fanfarronear con incongruentes argumentos ante una anciana que le pedía su asiento. Su cuerpo caería desplomado si no se sentaba. Mi abuelo tenía razón, habíamos conseguido crear una sociedad egoísta y codiciosa, que no manifestaba signo alguno de altruismo por mínimo que fuese.

Elena Díaz (3ºC)
Durante el chaparrón veraniego esperaba impaciente a que aquel chico tan conocido por su afán por fanfarronear llegase. Mientras aguardaba intentaba resguardarme de la lluvia bajo la marquesina.
Realmente era incongruente que yo estuviera ahí esperándole después de todo lo que había pasado entre nosotros.


Beatriz Fernández Rabadán (3ºC)
El tonto de la clase siempre fanfarronea diciendo que esperará al autobús subido en lo alto de la marquesina. ¡Qué incongruente!, en educación física no es capaz de subir por la espaldera.

Francisco Matorras (3ºC)
Cuando me acerqué a la marquesina aquel chico ya estaba allí. Era uno de esos que no paraba de fanfarronear en clase. Pero en el momento en que lo vi estaba llorando. Me parecía algo completamente incongruente e ilógico pues nunca le había visto hacer tal cosa.

lunes, 11 de mayo de 2015

"Carolina y Carmen" (Microrrelato de Blanca Zabala)

Seguimos con los microrrelatos de 1ºESO. Esta vez os presentamos la original historia que ha creado Blanca Zabala con la letra c.


Carolina fue a comer a casa de Carmen. Comieron coliflor con champiñones y carne con cebollas. De postre cataron unos chococrispis con chocolate caliente. Cuando ya no calentaba el sol, Carolina y Carmen caminaron hacia el cuartel. Al llegar comieron unos caramelos y cantaron unas canciones del cancionero del comandante Carlos. 

viernes, 8 de mayo de 2015

"Una visita a Cabárceno" (microrrelato de Carmen Vega)

La creatividad de nuestros alumnos es como ese ocho acostado que los matemáticos llaman "infinito".  Y en esta ocasión os presentamos la microhistoria de Carmen (1ºA) , un curioso paseo por el parque de Cabárceno.



Hola, soy Carmen y soy de Cantabria. Os voy a contar un caso que me sucedió de camino a Cabárceno con mi primo Carmelo, que vino de Cataluña para conocerme por primera vez. 
Cuando íbamos caminando hacia el parque natural, nos paró Carlos, un señor con una cachaba que estaba en la cepa de un árbol. Nos contó que en Cabárceno había cientos de camellos y cuatro caballos. 
Después de visitarlo durante toda la mañana, fuimos a un bar llamado Cabarcenón. Allí nos dieron la carta. Nosotros pedimos macarrones con caracoles en salsa, castañas cocidas y para beber, coca cola.
Cuando fuimos a pagar nos dimos cuenta de que algo estaba mal. Nos habían cobrado cuarenta y cuatro con cuarenta céntimos. 
Al final, Carmelo decidió no volver más a Cantabria ya que le salió muy caro el viaje a Cabárceno. 


jueves, 7 de mayo de 2015

Microrrelatos destacados de alumnos de 2º ESO

De izquierda a derecha: María, Amaya, Claudia y Lucía
Amaya Álvarez (2ºA)
Ayer hicimos una actuación sucinta pero impactante. Tras hollar fuerte en el escenario con nuestros tacones de flamenco, el jurado se rindió a nuestro baile y nos concedió el primer premio del concurso. Nos galardonaron con una antología de la danza.

Aquel día leí un sucinto relato de antología que trataba sobre una gallina que iba hollando por todo el camino, dejando pista de por donde pasaba a las alimañas hambrientas que se la querían comer.

Hemos hecho una prueba sucinta para ver quien de nosotros escribe menos errores. La palabrahollar la hemos escrito de tantas maneras que al corregir, la profesora nos ha dicho que las va a usar para una antología del disparate.

María Galindo (2ºA)
Esta tarde mi salida fue sucinta pero satisfactoria. Mis pasos hollaban el asfalto por la rapidez con la que caminaba, desde allí ya se podía observar el edificio en el que me entregarían mi antología de literatura.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Nuevos platos de "La cocina del microrrelato"

Saborea los platos que han preparado tus compañeros en esta especial cocina de palabras que realizan cada semana. 


La antología de Francisco de Quevedo fue hollada vilmente por Góngora en su sucinto y dañino poema contra su enemigo conceptista.

Estaba preparando la antología de los poemas de un poeta conocido. Yo hice el texto más sucinto y sin sentido de la clase. Después Roberto leyó el suyo que holló al mío.

Zdravko Dimitrov (3ºB)
Nadie pudo comprender el significado de aquella sucinta y limitada grabación que contenía una hermosa antología de Beethoven. Su significado oculto habría hollado el enigma. 

Mario Green (3ºB)
Tras un sucinto discurso, Nacho holló el suelo demostrando su determinación al resto de los vecinos. Les prometió que recuperaría toda la antología robada por los ladrones.

Pablo Macías (3ºB)
¿Qué ganas siendo un triste?-le dijo sucintamente el anciano al joven. Y este respondió: "No es tristeza lo que siento, la pena se pasa con una noticia de antología. Lo que siento es el dolor de una vida de injusticia e hipocresía. El anciano no supo qué decir. Se sentía hollado tras esas palabras tan sinceras y reales. El joven experimentó un gran dolor cuando supo que las cosas eran como él las veía y que nunca podrían cambiar.

Patricia Manteca (3ºB)
Cuando entré en la biblioteca vi la gran antología de obras literarias que guardaba aquella habitación. Le pregunté cómo se había hecho con tantos libros. Me respondió con la sucinta aclaración de que recogía un libro por cada lugar que hollaba.

Javier Martín Izquierda (3ºB)
La profesora de biología me sacó a la tarima para leer mi trabajo. La antología de la que hablé fue sucinta, lo reconozco, pero tampoco había motivo para que mis compañeros me hollaran.

Pablo Rueda (3º B)

Estaba muy nervioso Después de todo, era mi primer concierto, y pocas veces había tocado en público. Tras una sucinta actuación, en la que desplegué toda mi antología musical, el público se rindió a mis pies. Y, en ese momento, tuve la sensación de que había hollado para siempre en sus corazones. 

Alina Siri (3ºB)
Y allí se encontraba él, hollando la antología musical de un amigo. Las sucintas expresiones podían oírse en la distancia. Su compañero no tuvo más remedio que derramar unas lágrimas al darse cuenta de que su esfuerzo fue en vano.

María Diego (3ºA)
En una sucinta descripción como esa me hollarías antológicamente y jamás me repondría. 

Carlos Díaz (3ºA)
Después de ir hollando la nieve durante cinco horas, hice un sucinto descanso y me puse a escuchar una antología de Rock & Roll.


Pablo Martínez Bermejo (3ºA)
El anciano, mientas oía el mecer de las olas, hollando sobre la mullida arena, observaba su sucinta antología de fotografías que narraban tiempos lejanos.

Álvaro Barquín (3ºA)
Iba por un sendero de barro, hollando a posta por si me perdía, cuando en uno de mis fuertes pasos noté el suelo más duro de lo normal. Me agaché y vi que había pisado una caja de oro que contenía una sucinta antología de Federico García Lorca.

María Shallcrass (3ºA)
Caminaba absorta, analizando la sucinta antología que acababa de escuchar, cuando de repente hollé el cemento recién aplicado, resbalé y acabé con el tobillo roto.

Gonzalo del Río (3ºC)
Acudí a un recital y con un sucinto poema el poeta holló mi corazón. A continuación, leyó un soneto seleccionado de su antología.

Lucía Díaz (3ºC)
Tras echar la vista atrás, me di cuenta de que no había hecho más que hollar el camino que estaba dejando a mis espaldas. En mi mano cargaba con la antología de todos los recuerdos que había logrado acumular, y con una sonrisa melancolía decidí no darle más vueltas. Al menos había sido sucinta, no creo que hubiera podido se lo suficientemente fuerte como para hablar de ese tema mucho tiempo.

Elena Díaz (3ºC)
Quizás aquel amanecer fue sucinto, pero holló dentro de mí como si fuese el más largo del universo. Tanto que aún puedo sentir en mi tez los rayos de aquel fulgente y antológico Sol.

Tatiana Ilami (3ºC)
Pude contemplar aquellas vistas de antología. Tuve la experiencia de abrasarme los pies mientras hollaba con cada paso la arena. Pensé que sería un camino sucinto y rápido de atravesar. Aquel oasis no andaba lejos aunque, por desgracia, yo sí, terminando mi trayecto desde un punto de vista llamado cielo. 

Karolina Kudelya (3ºC)
Me encontraba en un laberinto de antología. Varias serpientes me rodeaban. Hollé la tierra mojada y me dispuse a correr. Entonces me desperté del sucinto sueño.

Beatriz Oria (3º C)
Era un precioso día de verano cuando me reveló esa faceta oculta suya que solo conocían unas cuantas personas. Me llevó a su casa y me mostró su amplia antología poética, que era un tesoro para él. Y mientras me recitaba un sucinto poema que él mismo había compuesto, holló un poco más en mi corazón. En ese momento, me percaté de que iba a ser imposible hacer desaparecer esa pisada en mi interior.

Carla Delgado (3ºC)
Y aquella ilustre antología del gran Garcilaso de la Vega fue hollada en un instante por el sucinto y equivocado comentario de uno de aquellos pequeños aprendices.

Estoy metida en un lío tremendo por culpa de un correveidile. Yo no me dejo embaucar fácilmente porque desconfío de las personas falsas. Así que ahora me veo haciendo ímprobos esfuerzos para que este rumor no vaya a más.

"Ciento cuatro conejos" (Microrrelato de Soraya)

Ya no quedan conejos en Cantabria, ¿quieres saber por qué? La protagonista de este microrrelato y su compañera Carlota los compraron todos y se los llevaron a Cuenca. Conoce los detalles de este curioso viaje leyendo el microrrelato de Soraya. 



Cien conejos color caoba compré en Cantabria con mi compañera Carlota. Cien cajas compramos para colocarlos en un carro de cuatro caballos color café y un cochero cojo. Cuando circulábamos por la carretera una caja se movía, la abrí y una coneja dormía. Al lado había cuatro conejos color crema. Cuando llegamos a Cuenca una chica llamada Coral compró cinco. Los otros se los vendí a un conquense que quería cocinarlos pero, compadecido, nos los devolvió. Carlota se los llevó con cariño, y los soltó en un cercano bosque de coníferas de Cuenca. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Microrrelato de Inés Fu Aumente

Seguimos con la serie de microrrelatos que han creado los alumnos de 1º A. En esta ocasión, es Inés Fu Aumente quien nos cuenta la historia de un tierno perrito come pan. 



Paseando por el pueblo, paramos para pedir en la pastelería un pastel de pera. Pero parecía muy pequeño para ese precio. Por eso, pasé de él y pedí pipas. Paula pidió pan. Después paramos en un parque y un pequeño perro nos perseguía porque también quería una porción del panecillo. Así que le proporcionamos parte de él.  Parecía perdido y solo, por lo que le propuse a mi padre poder adoptarle. A papá le dio pena y aceptó ponerle una casita de perros.